lunes, 11 de mayo de 2009

Cine y Teatro

El cine, en multitud de ocasiones, se vale del teatro para la creación de las películas; dentro del argumento o del modo de trabajo con los actores, por ejemplo. Hay películas en las que, aunque no se hable de teatro, ni haya una obra teatral en la que el argumento se base, ni surja de la adaptación cinematográfica de una pieza teatral existente, aparece una estructura formal muy cercana a las tablas. Ejemplos hay muchos, entre los que se encuentran películas tales como Martín (Hache)(Adolfo Aristarain, 1997) Las Horas (Stephen Daldry, 2002)

Una película en la que el teatro forma parte del argumento, o de la forma es el clásico Eva al desnudo, del director Joseph L. Mankiewicz (1950) para muchos la película más y mejor recordada de una de las mejores actrices de todos los tiempos: Bette Davis. La película nos cuenta la historia de Eva, una chica fanática de una actriz teatral de renombre que es acogida por ésta y poco a poco se va introduciendo en el mundillo teatral del New York de los años 40, hasta conseguir su propósito inicial y secreto.

Eva al desnudo se vale del teatro para hablar de la gente que lo compone. En ella, los personajes principales son una actriz, un autor, un director, la mujer del autor, un productor y un crítico, rodeados por demás personajes de este mundillo. Además del hilo argumental principal, en este film asistimos a los entresijos de las obras teatrales, a reflexiones sobre la base del teatro, de la ficción. Eva al desnudo es una película que se disfruta por las maravillosas interpretaciones, por un jugoso y enorme guión y por una dirección de uno de los grandes directores clásicos estadounidenses.

Otra película en la que el teatro se torna importante es Opening Night, del director John Cassavetes (1977). En esta ocasión, asistimos a los ensayos de una nueva obra, pero la actriz principal sufre un bajón emocional y existencial después de que una fan muera tras intentar verla saliendo del teatro. Esta película se basa sobre todo en este personaje, que borda una magnífica Gena Rowlands, ya que empieza a delirar y a cuestionar su propio personaje en la obra.

Al final, independientemente del hilo argumental, asistimos a dicho estreno, cuya escena final se compone de un “tour de force” entre esta actriz y el propio director, que hace de parte del reparto de la obra. Pero dicha escena y la representación completa de la obra se hace en un teatro real, con público que ha pagado su entrada para verla. Es muy emocionante asistir a un juego tan complejo entre el cine y el teatro. Y afortunadamente, muchas son las películas que nos permiten ser voayeurs de este cine. 


Agradecimientos a Mapki :)

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